Sea lo que sea te veré, que es lo único que quiero.

Soy, he sido y seré siempre lo más estúpido que pueda existir. No me entra en la cabeza la situación de estar sin ti. Esta mañana, cuando me mandaste el audio, se me paró el corazón. Cuando me pedías volver, de esa forma, he visto todo, me he enterado de todo. No creía que pudiese pasar eso, que me muero joder. Ha sido una sensación, la que me ha dado, en el pecho. Esa sensación, nunca la había sentido antes, no se que era. Me he quedado sin poder respirar unos segundos. No podía seguir, me moría, y eso que cuando me dio la cosa esa al corazón me acojone, demasiado,  pero no era como hoy. Esta vez, temía de verdad. Es como cuando me dijeron que debía dejar el balonmano durante un par de años por la rodilla. Bueno, pues eso a lo bestia. Mi vida, si tiene sentido que yo exista es para estar contigo. No puedo ser de otra forma si no es contigo. Ni puedo, ni quiero, ni tengo ganas.

 Esto es todo tan raro... Es que no sé explicarlo, porque nunca antes había estado así, creí que era el amor, pero ahora lo sé. Deseé a otras, pero ninguna era mi musa de mis sueños como tú. Miré a otras, pero no eran más que una ilusión de lo que pensaba perfecto y equivocado estaba de ello, puesto que aún no sabía de ti. Había oído hablar de ti, como se habló de Afrodita en los tiempos del imperio de Atenas, una diosa, elegante, bella y perfecta, que enamoraba.

Me faltó verte, para saber entender las habladurías. Diría que un flechazo, pero no. Te vi, y si, eras bella, no tanto como ahora. Ahora te veo con otros ojos, ojos de necesidad, de amor y de alegría al sentirte a milímetros. Milímetros que entorpecen mi habla, que hacen que me comporte como el reflejo de un niño, recién nacido, al que se le cae la baba, como un bebe que se siente acalorado al abrazo materno, Ese mismo calor que yo siento al comprobar tus curvas con mis dedos y tus labios. Que hacen que pase del frío al calor en cuestión de segundos, cuando me besas lentamente, suavemente, y lloras, al descifrar las palabras que tus lágrimas gritan en silencio.

Conseguí mantener el habla aquella tarde de verano, perfecta, aunque plenamente impura. Fuimos locos que se fijaron el pasión de estar juntos. Esa sensación, de verte llorar, de esas formas, es lo más parecido a lo que mi imaginación puede llegar de alegría. Alegría dolorosa que mata los nervios de sentirte querida y atraída por las ganas de estar entre sábanas. Aquella tarde despejada de gotas inundaron tus mejillas, al igual que la merluza provocada por las inminentes ganas de confesar la flaqueza que destrozó nuestra ternura que se almacenaba durante mas de una anualidad. Esas lágrimas marcaron mi rumbo hacia tu mirada para lograr decidirme en todo lo que debía. Decidí confesar, decidí confiar en ti, en que pudiéramos volver a ser uno. Las lágrimas que un día me dieron fuerzas, hoy me han querido ejecutar. Esa voz corrompida, esa sensación de desierto, esa mirada que me hubiese gustado clavar en mi memoria con un tatuaje, para poder contestarle, que la calma está al caer, que solo cogemos ganas de nosotros. Preciso de tenerte frente a mi y oro lo que no he podido antes. Tengo las ganas justas, para cogerte de la mano, y volar cuál pájaro se tratase para emigrar junto a su bandada. He pasado inviernos fríos, pero ninguno se equipara al de mi delirio. Un delirio que dice estar sin ti, sin ese sol que se agradece que golpe con fuerza. Yo necesito sentirte, tengo las ganas de verte por encima de las de escribirte, quiero rozarte bien y dejarte marca de por vida de mi recuerdo a tu vera. Solo te pido que en ese periodo estemos solos, los dos, y que me desvanezca entre tus caricias. Que el invierno agrada sin es en mi guarida junto a tu presencia. Y si esa nocturna tarde nos dejamos amar supera los impedimentos que los kilómetros crearon en nuestra historia.

Quiero vagar junto a ti. Quiero imaginar un sueño con tu linda imagen para dormir tranquilo. Quiero morder tus dulces cantos de esa boca que tantas noches me ha costado. Quiero vivir a tu lado. Sólo le pido a Dios que me conceda la ocasión de tapar con un parche el caos provocado por la tormenta de anoche que duró hasta la aurora siguiente. Un parche que dure siglos, hasta que la herida sane y la tapemos con besos nuestros de bocas irritadas por la helada brisa. Intento ser potencialmente inmenso, pero si pienso en un universo sin tus ternezas, vuelvo ridículamente enano. Perderte sería absurdo para la vida. Tan absurdo como vivir sin sentido. Por ello, doy gracias a los seres mitológicos griegos de darme un día más. Y gracias a ti, por volverme feliz con simples palabras escritas, o con susurros, o con lo que más aprecio de ti, la forma de quererme tan especial que tienes. He razonado en que si lo quieres intento quedarme o esperar a que vengas. Sea lo que sea te veré, que es lo único que quiero.

Tú, yo, nosotros.

No entiendo la extraña sensación de poder perderte. Siempre que vamos bien consigo hacer cualquier cosa, que por minúscula que sea, lo estropea todo. Siendo lo más idiota, busco una alternativa con la cual alcance acercarme más a ti y dejarnos de simplezas. Porque siendo sincero, no imagino no tenerte. Drogadicción no es comparable con mi necesidad de estar contigo. Puede que cuando nos juntamos no seamos la parte más real de nosotros mismos, pero solos, separados, no somos nadie, o eso es por lo menos lo que a mí me pasa.

Cuando damos un paseo por las tardes de invierno, aunque no logre ver tu cuerpo, solo con tu melena, rizada, golpeada por el viento, chocando contra mi cara, y tus manos buscando un refugio con las mías para no quedar paralizadas por la constante brisa gélida que recorre los pasillos de nuestros labios mientras nos besamos. En esa circunstancia es cuando más busco tenerte cerca, pues cuando tienes frío, no te importa que te arrope con mi calor.

Cuando damos un paseo por las tardes de primavera, mi mente se enfusca en mirar cada centímetro de tu cuerpo, ya que esta la combina con la imagen de una bella flor. Mis manos, agarradas a las tuyas, sudan, y todo mi cuerpo, más bien por el nerviosismo, ansiedad y excitación que siento al estar junto a ti que por el ardor que siento mientras el sol pega fuerte contra mi piel. Tus ojos, color café, se convierten en unas lindas gotas de agua doradas irritadas por la delicadeza del polen.

No entiendo la extraña sensación de tenerte lejos del roce de nuestra piel, mas si ello existe, pierdo el juicio y me vuelvo loco. Solo de pensar en tu pálida piel, la inquietud que ya tenía por saber que en cualquier instante puedo perderte aumenta por segundos hasta el extremo de dejarme embobado completamente sin saber que hacer o decir para arreglar el desbarajuste que se ha creado de la nada. Sigo sin comprender el porqué de esta situación, el porqué de haberme elegido a mí para hacerte feliz aun sabiendo que no soy ni me parezco a algo perfecto. En cambio tú, con esas manos, torpes, que me agarran fuerte, con esa mirada, tan linda, que me entusiasma tanto, tu pelo rizado jugando a robarme la almohada en noches frías, tu cintura, por la cual me desvivo para poder agarrarla... Esa curva preciosa que aparece cuando te narro historias, esa, es la razón por la cual yo sonrío y miro hacia delante, con ganas de volverte a ver, porque me cuenta que pese a todos mis errores te hago realmente feliz, porque sé que JUNTOS SOMOS INVENCIBLES.

Filósofo de tus labios

Vuelvo a la rutina, Vuelvo a tus retinas.
Vuelvo a ser un zombie que va por las esquinas.
Vuelvo a ejercer de alumno de la vida,
recolectando el saber de cada día.

Otra vez los libros, siempre al mismo sitio.
Otra vez tu risa ver por los pasillos.
Caminar... Siempre caminar...

¿Me dejas los apuntes de tu anatomía?
Multipliquemos tu amor y mi alegría.
creo que voy a estudiar, tu morfología.
y la capital que se adentra en tus pupilas.

Quiero ser, filósofo de tus labios.
Quiero ser, un algoritmo imposible, que roza tu piel.
Quiero ser, tu mejor asignatura.
Quiero enseñarte a amarme con locura...

Déjame ser profesor de tus besos.
Déjame ser un alumno de tu cuerpo.
Que quiero aprobar, aunque la verdad,
me gustaría volver a venir para recuperar.

La geografía de tu cuerpo esconde lunares,
que quiero aprenderme como a sumar con decimales,
aunque hable francés, inglés y otras lenguas,
la tuya vida mía, es la que más me tienta.

Fundamos nuestros múltiplos con un blues,
yo con mi guitarra, y tú con tu luz.
Voy a sacar, matrícula de honor en darte amor...

Multipliquemos tu amor y mi alegría,
creo que voy a estudiar, tu morfología,
y la capital que se adentra en tus pupilas.

Quiero ser, filósofo de tus labios.
Quiero ser, un algoritmo imposible, que roza tu piel.
Quiero ser, tu mejor asignatura.
Quiero enseñarte a amarme con locura...

Déjame ser profesor de tus besos.
Déjame ser un alumno de tu cuerpo.
Que quiero aprobar, aunque la verdad,
me gustaría volver a venir para recuperar.

(Paco Pouso)

Poema de la despedida

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.


Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.


Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.


Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

(José Ángel Buesa)