Quédate, a mi lado.

Día 5

Estás esperando, vives en un mundo en que solo existe la soledad. Quieres que venga alguien, no sentirte solo, socializarte. Necesitas levantarte y reconstruirte, dejar atrás esa caída. Pero eso conlleva tiempo, acabas de caer, recuerda, tu cuerpo todavía está dañado por ello. Miras a los lado, no hay viento. Vuelves a donde comenzaste todo y haces memoria de como estaba aquello, ahora no es igual, está cambiado. Quieres esforzarte para volver a dejarlo como estaba. Has sido tú quien lo ha cambiado, no sabes como, ni por qué. Vas en la dirección equivocada. Tu vida está delante, no detrás. Pero no quieres ir allí, quieres quedarte mirando cómo fue la caída, antes de ella y después, quieres saber como llegaste hasta esa altura y como te dejaste caer. Quieres volver a vivirla, por el simple hecho de estar allí, tan cerca de rozar el cielo. Se hace tarde y sigues sentado, contemplando esa escena una y mil veces más. Acabas aburriéndote, te tumbas y cierras los ojos, respiras profundamente. Agarrado a la imaginación dejas de mirar al cielo, sabes que ella no estará ahí, pero la rezas igual, cual Dios se tratase. Pides un deseo, solo uno, el cual se ha convertido en secreto entre tu almohada de piedra y tú.

Día 4

Empiezas el día. No puedes levantarte, estás dañado. Aún así lo intentas, sujetándote en una pared, pero esa pared hoy es frágil. Ahora estás temiendo por tu vida. ¿Por qué no lo hiciste antes? No te importó saber que acabarías cayendo en picado y de cabeza desde esas alturas, quisiste disfrutar del trayecto. Mírate, ahora das pena, estás destrozado, pareces un auténtico zombi. Eso te lastima. Quieres salir corriendo de ese lugar, pero es que no puedes, has pasado demasiado tiempo ahí y quieres quedarte. Vuelves a lastimarte, hacerte daño, evadirte a golpes y durar hasta morir. Se ha hecho de noche, no te has dado cuenta, tampoco de que te has caído. No está, ya no va a estar, dale tiempo, tiene que volver, lo sabes, impaciente.

Día 3

Estás frustrado, no tienes donde mirar. Sigues sin respirar, igual que el primer día. La cosa no mejora, ahora estás vacío. Sientes como esa pequeña brisa mañanera se convierte, en un feroz huracán, el cual te arrastra y te levanta hasta el cielo infinito. Ahora, que te sientes llevado, el viento cesa haciendo que caigas en picado. Pides que la caída sea rápida, al ser posible poco dolorosa, pero fatídica, que te deje en otro tu mundo. Recuerda bien, eres gafe. Tu caída llega a durar hora, haciendo que se regrabe toda tu vida pasada en tus retinas. Cada metro que caes es como millones de cuchillas afiladas que te rasgan la piel y te desnuda. Ves es suelo, es el final, crees. Rozas el paraíso, pero solamente te has hecho pedazos. Tus huesos se han quebrado como el cristal. El viaje se ha acabado, otro paso más lejos, solamente. Ya no hay más, solo una oscura brisa nocturna. Ella se ha ido, ha avanzado y no te ha esperado, como cada día a la cita. Acabas de perder el conocimiento y tu mente se ha desvanecido.

Día 2.

Amanece. El canto de los pájaros te despierta fuerte. Sigues congelado, sin poder moverte. Esa luz que ayer te serenó hoy te deja histérico. El sol te pega fuerte, intentando culparte de todo lo sucedido. Empiezas a recuperar parte de tu movilidad. Te levantas, poco a poco, te mueves y caminas. Agachas la cabeza, no puedes mirar más que al suelo. La luz te hace daño, te ciega y ruegas que vuelva la oscuridad para que nadie te vea sollozar. Otro tiste día tirado, tirado a la basura, piensas. Tú enfermedad avanza, dejándote sin habla, sin aliento. Temes alejarte más aún y no sabes remediarlo. Tus rodillas y tobillos se quejan, están cansados de caminar, piden tiempo muerto, aún sabiendo que apenas se han movido. La naturaleza no te contesta, no te quiere. Aquella parada que recordabas con ilusión, hoy te está destruyendo. Están tapando el sol, lo quieren para ellas. Nubes que se retuerce, fingen, hacen ver que se enamoran y tú, triste de ti, te quedas a ver como lloran. Intentas disimularlo, estás destrozado, tienes miedo, al contacto. Te tumbas en tu cama improvisada, das vueltas y no hallas la postura para dormirte por que no encuentras las costuras de los sueños que nunca tendrás. Estás en pleno deshielo. Tu corazón se queja. Las luces se apagan, dejas de darle importancia a as nubes, ya nada te interesa. Miras al pasado, ayer estabas a tan solo un paso más. No tienes más ganas por hoy. La buscas, quieres sentirla frente a ti, pero ahora ella se esconde entre nubarrones.

Día 1.

Basura. Así es como te sientes. Pisoteado, humillado, hundido. Acabas de cavar tu propia tumba. Empiezas el día con un error, pero recuerda, eres gafe, y tu experiencia dice que no será el único. Bajas la cabeza y cierras los ojos, no quieres estar aquí. No tienes estufa, tus manos se hiela, tus pómulos parecen autopistas de agua gélida. Dejas de moverte, no tienes fuerzas para dar un paso. Tus piernas flaquean, te caes, de rodillas, susurras tus pocas ganas de vivir. Te levantas y sigues andando mientras tiras todo lo que llevas encima intentando no tener que hacer tanta fuerza  por mantener tu propio peso. Poco a poco te alejas. Cometes el segundo error de tu mustio día, paras y te sientas. Cuentas días, horas, minutos, segundos de vida que te quedan. No tienes tiempo para nada. El frío sube hasta tu cintura, haciendo incapaz movimiento alguno. Levantas la mirada, le miras y le pides que vuelva aún sabiendo que ello es imposible. Estas hambriento pero solo puedes calmarte con vacío. Tu pecho ha sido infectado. Te es difícil respirar y solo consigues ponerte más eufórico. Tus brazos caen al suelo junto con todo tu cuerpo. Empieza a anochecer y  nadie te conoce ni sabe los motivos. Aquel agua gélida solidificó e impide cerrar los ojos cristalizados que devastan tus emociones. Ya es tarde, está oscuro y sientes que al caer, tu cabeza ha sido dañada. No puedes mover órgano alguno. Nada vas a remediar intentándolo, piensas. Solo puedes mirar una luz, triste y fuerte a la vez, la cual ayer estaba llena.

¿Algo merece la pena?

Miedo. Temor. Furor. Esa sensación de ira que te atrapa, se apodera de todo y cada uno de tus pensamientos. Te ciega. Lleno de rencor quieres evadirte, salir corriendo. Quemar esas ganas, esa hiperactividad es en lo único que te centras. Piensas y miras a tu alrededor. No hay nada, estás solo ante el vacío. Esa lucha se intensifica. Comienzas a ignorar. Dejas de hacer caso a la gente, a la lluvia, incluso al viento. Te sientes completamente desnudo. La cólera aumenta progresivamente. Intentas despejarte, comes, gritas, lloras, echas a correr, pero cada vez es mayor. Te hieres, dejas de lado todo lo conseguido. Te rompes, y tu piel irritada por los golpes llora. En un par de horas toda tu vida se ha desmoronado sin motivo alguno. Pero ya no hay vuelta atrás, solo queda una opción fatídica.

Por ti.

¿Sabes cuál es el pronombre personal que debería tener el papel más importante en tu vida y el que primero se nos olvida? Tú.


Muchas veces te dejas en el último lugar y no te das cuenta de que solo tú sabes realmente quien eres, por que tú eres el único que sabe que te activa cuando te despiertas, el que se marca las metas y las cumple, el único que conoce que canciones te hacen querer comerte el mundo, quien disfruta de los pequeños placeres y los pequeños detalles, la única persona que sabe cuando el espejo te dice la verdad y cuando te miente, el que sabe como te sienta hacerte un año más viejo, el que vive los días de lluvia como tristes, como bohemios, quien sabe cuales son las historias que te hacen perder la cabeza, el que conoce el verdadero sabor de tus lágrimas. Tú eres el que soporta el sonido de tu horrible despertador cada vez que te despierta. Tú eres quien tiene la capacidad de decidir que es mejor reírse de los problemas y buscarles soluciones. Tú eres el único capaz de valorar lo que hay en tu vida. Y si, los demás pueden averiguarlo, pero solo tú lo sabes a ciencia cierta, son tus pequeños secretos.


Por estos y por un millón de motivos más deberías estar orgulloso de ti. Por si no te acuerdas, por si no quieres acordarte y por que no hace falta ser el mejor para ser bueno, permite que te lo diga yo, eres increíble. Así que por favor, que se pare el mundo, que este brindis va por ti.


(AnitaBtwice)