Día 2.

Amanece. El canto de los pájaros te despierta fuerte. Sigues congelado, sin poder moverte. Esa luz que ayer te serenó hoy te deja histérico. El sol te pega fuerte, intentando culparte de todo lo sucedido. Empiezas a recuperar parte de tu movilidad. Te levantas, poco a poco, te mueves y caminas. Agachas la cabeza, no puedes mirar más que al suelo. La luz te hace daño, te ciega y ruegas que vuelva la oscuridad para que nadie te vea sollozar. Otro tiste día tirado, tirado a la basura, piensas. Tú enfermedad avanza, dejándote sin habla, sin aliento. Temes alejarte más aún y no sabes remediarlo. Tus rodillas y tobillos se quejan, están cansados de caminar, piden tiempo muerto, aún sabiendo que apenas se han movido. La naturaleza no te contesta, no te quiere. Aquella parada que recordabas con ilusión, hoy te está destruyendo. Están tapando el sol, lo quieren para ellas. Nubes que se retuerce, fingen, hacen ver que se enamoran y tú, triste de ti, te quedas a ver como lloran. Intentas disimularlo, estás destrozado, tienes miedo, al contacto. Te tumbas en tu cama improvisada, das vueltas y no hallas la postura para dormirte por que no encuentras las costuras de los sueños que nunca tendrás. Estás en pleno deshielo. Tu corazón se queja. Las luces se apagan, dejas de darle importancia a as nubes, ya nada te interesa. Miras al pasado, ayer estabas a tan solo un paso más. No tienes más ganas por hoy. La buscas, quieres sentirla frente a ti, pero ahora ella se esconde entre nubarrones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario