Manías.

Quiero ser grande, fuerte, valiente y luchador. Quiero tener un algo por lo que poder aspirar. Quiero poder gritar de la felicidad, subir las escaleras hasta allegar al cielo y allí arriba saltar, pero sobre todo gritar, para que todo el mundo lo oiga. Quiero poder ver quien era antes. Quiero volver a ser ese que no paraba quieto hasta llegar a ti...

Ahora, no soy más que un pobre vagabundo surcando estrellas, triste y mamarracho por no poder llegar a ti. Soy tan melancólico que ni me reconozco. Tan amargado y cabizbajo que no veo todavía puedo seguir, de pie, con fuerzas y luchando por tu sonrisa a medio hacer. Quiero cogerte de la mano y salir caminando, volver a sentir el sabor de tu piel, el olor de tus labios y las ganas de esos besos que han desaparecido. Es irónico ver lo feliz y grande que he sido y lo triste y enano que me siento ahora, a tu lado.

Necesidad es verte y sonreír sin mañana alguno, salir corriendo por llegar cuanto antes sin importar el sudor, sudor que se reanuda por el nerviosismo causado por el tacto de tu piel. Necesidad solo es una rozadura, una mirada, una caricia, o simplemente un suspiro. Necesidad eres. Es como la mala costumbre que tenía de tenerte en frente y abrazarte. Pero yo no creo en las malas costumbres, soy más de manías. Manía la de no dejarte venir sola, o dejarte en la misma parada que me lo quitaba todo, o la de quedarme embobado mirándote callado, o simplemente, la misma manía e todos los días, besarte. Manías hay muchas, tantas que no caben en este folio.

La vida está hecha para los valientes.

Me matas. Me destruyes. Me aniquilas. Me asfixias con tus medias sonrisas, con tus pupilas huidizas.
Yo siempre he sido valiente y ahora me da miedo atreverme, me quedo en el sitio como un cobarde cuando nunca he sido así, a veces, en momentos como éste, la rabia de ser tan idiota me puede, idiota por no ofrecerte un viaje al fin del mundo cuando tengo la certeza que eres la única con la que podría a ir, idiota porque dejo que te vayas, porque no te pido que te quedes cuando lo que más quiero es que estés lo suficiente como para yo ser capaz de tragarme la cobardía y decirte que tengo esas putas ganas de que alguien me cambie la vida y que preferiría que ese alguien fueras tú.

Es la primera vez que encuentro todo en una misma persona, y estúpidamente también es la primera vez que en vez de ir a por todas, me limito a mirar como te me escapas, poquito a poco.


Siempre he sido idiota, pero no sabía que era capaz de llegar estos niveles.

Adiós, hasta luego.

Te vas, sola,  a un lugar que nadie sabe. Te vas, diciendo un suspiro entre sollozos. Te vas, queriendo que todo acabe con un fin inesperado. Te vas, pidiendo perdón por los daños sufridos. Te vas, dejándome enfermo. Te vas, sin mirar en todo lo pasado. Te vas, diciendo adiós y no hasta luego, pues ya no queda esperanza. 

Te has ido, sin preguntar lo importante. No sabes si algo de lo que has hecho ha cambiado tu vida. Te has ido, lejos, susurrando no haber camino de vuelta. Te has marchado, mas no quieres volver a vivir un pasado pisado, que tanto dices haberte dado. Te has marchado, cambiando todo a mejor, crees. Te has marchado con ella, recordándome que cuando miro al cielo, solo estoy buscando mi sitio.

Se ha ido, sin afrontarlo, dando coces al aire que mueve esa tierra que nos separó 581 instantes. Se ha ido, dejándolo lo más desordenado posible, causando un quebrantamiento que solo se repara de manera fatídica. Se ha ido, dejándolo todo tirado. 

Se fue, para "no volver".


Solo soy alguien en ruinas.


La noche se torna tenue y muda, quizás esté compadeciéndose de mí y de las mil horas que llevo llorándote. Hoy atardeció rojizo y cuando el sol ya estaba casi escondido detrás de la silueta de esta ciudad de mil luces, yo pensé en ti y me pregunté en qué garito estarías entrando, en qué rincón te emborracharías de pena y de fatiga por esa lucha constante contigo mismo que te tiene agotado y que te está destruyendo. Justo en ese mismo momento, me di cuenta de lo amargo que era notar el dolor caminando a paso lento por el pecho.
Sé perfectamente qué pasó, pasaron las prisas, las ganas de correr, de acelerar la vida, de administrarnos adrenalina, de forzar las cosas... Porque teníamos tantas ganas de querernos que nos consumimos mucho más rápido de lo que nadie pudo predecir. Como cuando un cigarrillo muere en dos caladas hondas llenas de codicia.
Es entonces ahora, escribiendo esto en el vaho de la ventana que está fría, cuando decido que me voy, que abandono las mil luces y tus cientos de garitos. Me voy porque te me fuiste. Y me marcho solo, encharcado aún en ti, en ese “nosotros” mudo que siempre estuvo y por cobardes no pronunciamos, porque teníamos miedo a qué se yo, y era ese concepto el que nos faltaba para frenarnos y saber desayunarnos bien. Pero tenías tanta libertad y yo tanto miedo a coartarte que fuimos idiotas y nos dejamos morir rápido.
Marcho siendo todo lo fuerte que puede ser alguien en ruinas. Sé que en el camino se me oprimirá el pecho cada vez que algo me recuerde a ti, y se me caerá el corazón cada vez que (como ahora) te sienta lejos. Pero ante todo, necesito reconstruirme.


Y créeme, yo no quería las cosas así. Si supieras el coraje que me da haber acabado de esta manera, porque jodida vida, jodidas prisas y jodido destino que no nos dejó dibujar el "nosotros" más bonito de este también jodido mundo.