Manías.

Quiero ser grande, fuerte, valiente y luchador. Quiero tener un algo por lo que poder aspirar. Quiero poder gritar de la felicidad, subir las escaleras hasta allegar al cielo y allí arriba saltar, pero sobre todo gritar, para que todo el mundo lo oiga. Quiero poder ver quien era antes. Quiero volver a ser ese que no paraba quieto hasta llegar a ti...

Ahora, no soy más que un pobre vagabundo surcando estrellas, triste y mamarracho por no poder llegar a ti. Soy tan melancólico que ni me reconozco. Tan amargado y cabizbajo que no veo todavía puedo seguir, de pie, con fuerzas y luchando por tu sonrisa a medio hacer. Quiero cogerte de la mano y salir caminando, volver a sentir el sabor de tu piel, el olor de tus labios y las ganas de esos besos que han desaparecido. Es irónico ver lo feliz y grande que he sido y lo triste y enano que me siento ahora, a tu lado.

Necesidad es verte y sonreír sin mañana alguno, salir corriendo por llegar cuanto antes sin importar el sudor, sudor que se reanuda por el nerviosismo causado por el tacto de tu piel. Necesidad solo es una rozadura, una mirada, una caricia, o simplemente un suspiro. Necesidad eres. Es como la mala costumbre que tenía de tenerte en frente y abrazarte. Pero yo no creo en las malas costumbres, soy más de manías. Manía la de no dejarte venir sola, o dejarte en la misma parada que me lo quitaba todo, o la de quedarme embobado mirándote callado, o simplemente, la misma manía e todos los días, besarte. Manías hay muchas, tantas que no caben en este folio.

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