Día 1.

Basura. Así es como te sientes. Pisoteado, humillado, hundido. Acabas de cavar tu propia tumba. Empiezas el día con un error, pero recuerda, eres gafe, y tu experiencia dice que no será el único. Bajas la cabeza y cierras los ojos, no quieres estar aquí. No tienes estufa, tus manos se hiela, tus pómulos parecen autopistas de agua gélida. Dejas de moverte, no tienes fuerzas para dar un paso. Tus piernas flaquean, te caes, de rodillas, susurras tus pocas ganas de vivir. Te levantas y sigues andando mientras tiras todo lo que llevas encima intentando no tener que hacer tanta fuerza  por mantener tu propio peso. Poco a poco te alejas. Cometes el segundo error de tu mustio día, paras y te sientas. Cuentas días, horas, minutos, segundos de vida que te quedan. No tienes tiempo para nada. El frío sube hasta tu cintura, haciendo incapaz movimiento alguno. Levantas la mirada, le miras y le pides que vuelva aún sabiendo que ello es imposible. Estas hambriento pero solo puedes calmarte con vacío. Tu pecho ha sido infectado. Te es difícil respirar y solo consigues ponerte más eufórico. Tus brazos caen al suelo junto con todo tu cuerpo. Empieza a anochecer y  nadie te conoce ni sabe los motivos. Aquel agua gélida solidificó e impide cerrar los ojos cristalizados que devastan tus emociones. Ya es tarde, está oscuro y sientes que al caer, tu cabeza ha sido dañada. No puedes mover órgano alguno. Nada vas a remediar intentándolo, piensas. Solo puedes mirar una luz, triste y fuerte a la vez, la cual ayer estaba llena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario