Día 3

Estás frustrado, no tienes donde mirar. Sigues sin respirar, igual que el primer día. La cosa no mejora, ahora estás vacío. Sientes como esa pequeña brisa mañanera se convierte, en un feroz huracán, el cual te arrastra y te levanta hasta el cielo infinito. Ahora, que te sientes llevado, el viento cesa haciendo que caigas en picado. Pides que la caída sea rápida, al ser posible poco dolorosa, pero fatídica, que te deje en otro tu mundo. Recuerda bien, eres gafe. Tu caída llega a durar hora, haciendo que se regrabe toda tu vida pasada en tus retinas. Cada metro que caes es como millones de cuchillas afiladas que te rasgan la piel y te desnuda. Ves es suelo, es el final, crees. Rozas el paraíso, pero solamente te has hecho pedazos. Tus huesos se han quebrado como el cristal. El viaje se ha acabado, otro paso más lejos, solamente. Ya no hay más, solo una oscura brisa nocturna. Ella se ha ido, ha avanzado y no te ha esperado, como cada día a la cita. Acabas de perder el conocimiento y tu mente se ha desvanecido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario