Sigue.

Pasan cosas, a veces buenas y otras no tan buenas. Miras y no sabes responder. Lo pasas mal cuando sabes las palabras exactas que decir y no puedes, no sabes como volver a abrir la boca. Estás tan paralizado que te haces el loco, como si no te ocurriese nada. Lo que temes es a la vez lo que más quieres. Aquello que un día te mata otro te hace fuerte. Te vuelves valiente y sabes aprovechar las oportunidades. Intentas convertirte en lo mejor, en lo que siempre has admirado. Pero no, no eres así. Eres bajito, flacucho, blando, con pocas fuerzas, lo más débil que nadie ha visto nunca. La vida no se mide en como eres, sino en como te comportas, frente a ella. La gente no te conoce por quien eres, sino por qué has hecho. Te has dado cuenta de que todavía no has perdido, que solo faltan unos minutos para que pite el final. No quieres rendirte, pero necesitas descansar.

Te has cansado de ser tú el que tire. Relajarse. Eso es lo que tus músculos necesitan, y tu mente. Sabes que el dolor puede durar algún segundo, minuto, alguna hora, día o mes, puede que incluso que año. El dolor es solo temporal, tu decides cuando desaparece. Deseas con todas tus ganas seguir luchando por conseguir eso que quieres, pero no es lo que debes, no por el momento. Tienes que darte por vencido, parar, tirar la toalla y dejar que otro lo haga por ti. No lo entiendes. has hecho todo lo que has podido, te has esforzado al máximo de tus posibilidades, para no conseguir mejorar, para no conseguir nada. Este no es el final. El punto lo pones cuando tu creas que debas hacerlo, y ahora no es el momento idóneo, por que si te hubieses rendido, si hubieses tirado la toalla, ahora no estarías como estás, en la meta. Puede que no haya salido como pensabas, pero lo has conseguido, parcialmente. Has hecho que todo salga bien. Hay cosas, a veces, en las que no merece la pena poner un punto y final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario