Fiera, mi fiera.

“¿Por qué Fiera?” me preguntaste con esa mirada que araña el alma.
Por qué va a ser, ¿te has visto bien? Eres como un lobo, salvaje e indomable, libre. Por esta razón sería delito ponerte cadenas. Aunque para criminales ya están tus medias sonrisas y esas garras en las que me dejé caer confiado en que no iban a doler, pero que lo hacen...
Fiera, es que no tienes otra palabra. Eres bárbara, brutal para todos mis sentidos. Pura dinamita. Detonante de corazones. Pólvora para mis explosivos. La munición que le falta a mis armas.
Y a pesar de que todo esto parece increíble, en realidad me mata por dentro. Demasiado fiera para mi endeble corazón. Lo siento, todo podría haber sido muy bonito pero tus dientes están demasiado afilados. Porque aunque me he esforzado en ser un cordero con piel de lobo, el disfraz me queda muchas tallas de más.
Y además, no voy a permitir que alguien me haga daño en febrero.

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