Dieciocho pasos.

Son dieciocho las primaveras que llevo encima y mi autoestima por los suelos, intentando que por ello no me deprima y me considere la única victima de mi vida y sus errores. Nunca hago suficiente para quitarte lo que cubre tu piel y desde los diecisiete queriendo ser como él y nunca bajar el nivel partiendo mi tez desnuda más que muda y caen los dieciséis y el corazón se rompe a golpes más que cuando se cae por el esguince. Quince minutos fueron necesarios para encontrar los sustitutos de unos putos locos. Dime que crees, en nada con catorce y nada de lo que lees tiene sentido por lo que ves. Con trece había sufrido más que tú mil veces y solo me decían sonríe si te apetece y no llores si sabes bien lo que se cuece. Son algo más de doce los meses que me separan de mi hermano. Hacerme fuerte ya desde los once y aunque alguna vez me tropiece, la sonrisa nunca carece. A los diez ya había dejado de soñar viendo a mi madre actuar y luchar por mi. Con nueve ya había odio a mi corazón romperse y mi mente dejar de correrse para empezar a temblar. A los ocho dejé de ser un niño y dije que no confiaría más y ya no dudaría a la hora de arrancar. ¿Los mejores? Los años anteriores. Los siete y seis creo que fueron perfectos y con cada pixel volé directo en todos mis trayectos. Los cuatro y cinco creo que fuero sin rencores, son tiempos ocultos en mi memoria como mis verdaderos amores. La verdad, ojalá pudiera saber más de los otros tres años restantes, los mejores, gracias a ella, que a pesar de todas las desgracias provocadas hoy sigue ahí y desde los ocho primeros meses.

No hay comentarios:

Publicar un comentario