Tus fotos.

Recuerdos rotos. Noches vacías y frías y mi cama en calma y sin terremotos. El más pecadoso desastre, no recordarte, no poder mirarte, ni suspirarte al oído que te quedes. Pero aunque no lo sepas duermo contigo, en mis sueños. Aunque tú no lo sepas, todos los días te miro a los ojos para darte los buenos días, mientras toco tu mejilla.

Hace poco empezó el invierno, no tengo batería, la tele y el ordenador no funcionan y los libros no los leo. Fuera de la ventana todo parece tranquilo pero mi cordura pende de un hilo, hilo de tu tanga tirado por el suelo y mi almohada infestada por tu pelo, el cual no quiere que duerma.

Están por toda mi cama, alegrándome cada madrugada, y las miro, como te miraba a ti. Ya sé que estamos lejos, hace demasiado que no siento tus besos. Yo las miro, las huelo, las toco, tus fotos son mi vida, mi sueño. Aun me duele al recordar tu ceño fruncido como el de un niño. Las luces me molestan pero me da pena no verte.